BOMARZO 2007

BOMARZO
Ópera con música de Alberto Ginastera
y texto de Manuel Mujica Láinez basado en su novela homónima


LIBRETO

ACTO SEGUNDO

ESCENA XI:  El Sueño


(La misma cámara nupcial, pero a la distancia, bañada en una luz tenue e irreal. Julia duerme en la cama, el Duque se pasea angustiado)

PIER FRANCESCO
Siempre la maldición, la misma angustia, 
la desesperación de que lo mío 
se me escapa. 
¡Qué destino éste del Duque joven que no tiene 
nada sino su inútil desvarío!

(se sienta en la cama al lado de Julia)

¿Para qué mi grandeza 
y el antiguo 
sortilegio que emana de Bomarzo, 
si nunca lo que quiero lo consigo? 
¿Si no te tuve a ti, Julia Farnese, 
y, como la infernal Pantasilea, 
le escapas a mi afán de poderíos? 
Esas que yo logré, las meretrices, 
y las formas también, desesperantes, 
que inventa del amor el goce ambiguo, 
¿para qué me sirvieron, vanos triunfos, 
estériles ensayos de la escena 
en que el amor, por fin, sería mío? 
¿No has de pertenecerme? ¿No han de unirse, 
como en nuestras paredes, rosa y lirio? 
¿Sólo soñar te queda, y para eso 
debes ser inmortal, Duque maldito?

(Toma la mano de su esposa dormida y la luz tenebrosa se hace más intensa. Se cubre la cara con las manos. En ese momento la visión de Pantasilea reemplaza la de Julia Farnese en la cama)

PANTASILEA
Más que el beso que persigue 
la roja boca ofrecida, 
puede tu beso en la mano 
que a buscarte se desliza.

(La cortesana ríe, mientras la angustia del Duque se convierte en una pesadilla. Imágenes oníricas gradualmente toman forma. En el fondo, bosquejos indistintos de los futuros monstruos de Bomarzo aparecen en la niebla, emergiendo del bosque. Figuras que encarnan a Pier Francesco y Julia emergen del Duque y la Duquesa -que permanecen, como antes, en la cama- y van hacia el bosque de ensueño con su exótico follaje, habitado por hombres y mujeres desnudos. Los colores son los de las pinturas etruscas de Bomarzo: marrones, azules y amarillos. Se abrazan y retuercen eróticamente. Entre ellas, las figuras de Julia, Vicino y Maerbale se unen a la danza, y los dos primeros caen al piso en el medio de los cuerpos extrañamente coloreados. Todo se desvanece y la escena revierte al original. El Duque se descubre la cara)

PIER FRANCESCO (dolorosamente)
Soñé, cuando era niño, que danzaba 
con un viejo esqueleto, en el castillo; 
sueño ahora, ya hombre, que hago mía 
a la amada mujer. Todo es lo mismo. 
Todo es soñar, soñar inútilmente. 
¿Dónde está la verdad, la luz, Dios mío?

(Da un grito y sale del cuarto)


Continuación:  Cuadro XII

 

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